PARTICIPAR DEL BANQUETE QUE DA VIDA
Prov 9, 1-6
Ef 5, 15-20
Jn 6, 51-59
La invitación al banquete eucarístico,
es una invitación a celebrar la vida que no se acaba, que permanece y que
invita a la común-unión fraterna, es una oportunidad para vivir en la sencillez
y de corazón abierto a la acción de Dios.
El libro de los proverbios
convoca a vivir según la sabiduría que no se agota, es decir, el mismo Jesús
que es sabiduría encarnada que prepara una mesa ante nosotros (banquete eucarístico)
nos invita a comer de su pan y beber de su vino.
Es un banquete que convoca,
prepara y envía, al tiempo que es un invitación a vivir bajo de la prudencia y
la fraternidad, cuya exigencia última es querer participar con un corazón abierto
y sencillo.
Pablo a los Efesios insiste en
tener un corazón dispuesto e insiste en vivir bajo la prudencia valor del
Reino, pues fruto de la prudencia es ser capaz de descubrir la voluntad de Dios,
este el primer llamado que Pablo nos hace hoy. La segunda invitación de Pablo
esa no emborracharse, es decir, a no dejar embriagarse por cosas pasajeras, por
aquellas que nos distraen de Dios y nos ponen al servicio de otros intereses o
dioses (tal como ocurría en su época en cual embriagarse llevaba a una
intimidad espiritual con el dios Dionisio). Por ultimo Pablo invita a los
creyentes a orar y elevando acciones de gracias a Dios; el creyente debe
dirigir siempre a Dios Padre en nombre del Hijo y a impulsos del Espíritu, y
con sentimientos de gratitud por todos sus dones.
El Evangelio de este domingo
Juan de manera didáctica sigue desarrollando el misterio eucarístico; Jesús
insiste en la importancia de comer su carne, pues tras ella se esconde algo
más, la vida eterna.
Comer de Jesús, nutrirse de su
cuerpo, que va más allá de un cuerpo carnal, sino también comulgar con su
cuerpo implica tener sus mismos sentimientos, su ideal por la construcción del
Reino, involucrarse en su proyecto salvador de acoger a todos sin importar
quien sea, ni cuál es su manera de pensar o sentir.
Comer del cuerpo de Jesús en
la invitación a permanecer en Él para que tengamos vida en Él.