Mt 22, 34-
40 Amarás al señor tu Dios y al prójimo como a ti mismo.
Después
de mí pasada introducción quiero hacer mi primera reflexión de este texto desde
una perspectiva sexualmente diversa.
El
texto que nos presenta Mateo podemos hacerle dos miradas, la primera aquella
que cuestiona a lo que como los fariseos basados en la norma orientan sus
preceptos morales y cuestionan nuestro modo de ser, pensar y actuar; privando a
los seres sexualmente diversos de una comunicación e intimidad con Dios, ó
¿acaso por no tener estar en la línea de la heteronormativa no podemos tener
una intimidad con Dios, donde nos
sentimos amados por ÉL y podemos amarlo a Él?, este interrogante cuestiona a
esta sociedad que bajo el manto de la biblia tienen acciones solapadas para
disgregar, culpar y crucificar a los seres diversos.
Una
segunda reflexión es la importancia de amarse
a sí mismo; hoy cuando se nos habla en cantidad de literatura psicológica y
de superación personal acerca de la autoestima vale la pena volver sobre este
“mandato” que Jesús recalca: “amarse a sí
mismo”. Esto se nos hace fundamental
para derribar esos muros que nos quieren imponer para dividirnos del amor que
viene de Dios y que nosotros podemos manifestarle a él, pues en la medida en
que reconocemos nuestra sexualidad, como un sujeto que merece amar y ser amado
por otro (sin importar su sexo), aceptar nuestra identidad sexual, reconocer la
identidad de género es un paso para amarse a sí mismo, amar a otros y
establecer nuestra intimidad con Dios.
Hemos escuchado nadie puede dar lo que tiene, ni amar lo que no se conoce.