La palabra de Dios este domingo
se nos revela de nuevo como verdadera comida que da fuerzas y que al igual que
al profeta hoy nos dice “Levántate y come que el camino es largo para ti” (1R 19,7), de tal forma la liturgia este domingo
nos invita a reflexionar sobre estos tres textos que dan fuerzas para el largo
camino de la vida.
La primera lectura de este
domingo tomada de 2R 4, 42-44.
El signo del profeta Eliseo se ve
respaldado por las obras que Dios hace, se confirma de nuevo que las promesas
que Dios hace, se materializan. Hoy la palabra nos pone de nuevo en el sentido
de la confianza y creer radicalmente en el poder de esa palabra, ella es fiel y
eficiente.
La segunda lectura tomada de Ef
4, 1-6
Pablo enseña a los Cristianos de
Efeso, como también a los de hoy a vivir en la unidad, no solo en la relación con
Dios, sino también en la relación con los hermanos; vivir la experiencia del
seguimiento de Cristo que invite a otros, es decir, la vida cristiana que vive unida a Cristo y a los
hermanos, unidad que se materializa en la fe. La vida cristiana es al tiempo
camino y compromiso.
El evangelio Jn 6, 1, 15
Jesús multiplica cinco panes y
sacia a las personas por las cuales siente compasión; pero además de saciarlas
Jesús trasmite a sus discípulos ese sentimiento de sentir compasión, un signo
que hoy es un poco difícil, ya que mover a otros en pos de una buena causa no
es nada fácil, pues victimas de nuestro egoísmo solo pensamos en saciar
nuestras necesidades.
Lo anterior se ejemplifica en la
misma escena del evangelio cuando un muchacho (representa un joven o un chico
que por su condición psicológica es egoísta, se cree el centro del mundo;
muchos jóvenes incluso tienden a creerse los súper héroes a los que nada les
pasa. O los niños pequeños que toman algo en sus manos y dicen “es mio”).
Pero este pequeño del evangelio
es capaz de desprenderse de sus propios apegos, de su seguridad (la comida), es
capaz de entregar lo que tiene, darse a si mismo. Entrega lo que tiene a Jesús
y para todos. Es un texto que aunque no
parezca muy vocacional, es la invitación del evangelio a entregar todo a
Jesús para que sea el mismo quien ponga todo lo que tengo al servicio del otro.
Pero del mismo modo Jesús como
palabra del padre (el verbo Jn 1, 1) se hace pan (alimento) para nuestras
vidas, se hace pan partido y compartido en la eucaristía pero además que se da
el compartir fraterno; el pan vivo bajado del cielo nos nutre en la mesa del
altar, pero además en la mesa del compartir del día a día, invitándonos a
darnos y entregar lo mucho o poco que tenemos en pos de la construcción de su
reino.
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