domingo, 27 de marzo de 2011

El pozo de Jacob (Jn 4,5-42)

Jesús llega al pozo como un ser terrenal común y corriente pues dice el evangelio. "Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo" Además Sediento.

Este encuentro permite reflexionar acerca de varios puntos que ayudan a crecer espiritual y personalmente. Pues esa humanidad que ya se mencionó acerca de Jesús no muestra a Dios que siente cansancio, que sabe lo difícil que reiniciar el camino cansado y con hambre, como nos ocurre muchas veces cuando en la vida a veces nos sentimos cansados y queremos como decimos popularmente "tirar la toalla". Nos pasa como a los israelitas añoramos a Egipto y decimos al mismo Dios. como los hicieron los Israelitas con Moisés "¿Para qué nos hiciste salir de Egipto?, y que se relaciona con el evangelio de la samaritana, pues seguidamente exclaman ¿Sólo para hacernos morir de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?" (Ex 17.3).

Ahora nos lleva Dios al pozo de Jacob, el cual Jacob compró por cien monedas de plata al padre de Siquem, además vale la pena resaltar (en especial para este evangelio) que en un pozo Jacob conoció a su mujer (Gn29,10) , lo mismo Moisés a su esposa. Y ahora esta mujer que ha tenido 5 maridos y el que tiene ahora no es su marido, acaba de encontrar un "esposo" para toda la vida. Muy seguramente esta mujer esta dentro de las mujeres que según relata el mismo evangelio seguían a Jesús. Este relato del evangelio nos pone de nuevo en esa imagen de Jesús que realza la imagen y dignidad de mujer que para esta sociedad no la tenían, aquí la mujer valía poco y mas siendo samaritana.

Este encuentro es impensable un hombre hablando con una mujer y mucho mas samaritana (En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer Jn 4. 27) Aquí pues esta Jesús pasando las barreras de la raza y de las costumbres ortodoxas judías. Aquí tenemos el principio de la universalidad del Evangelio; aquí está Dios, no en teoría, sino en acción. Un Dios inclusivo en donde todos tienen cabida.

Ahora el relator entre Jesús y la mujer están rodeados del verbo "dar" en todas su conjugaciones, pero es de considerar importante la expresión "don de Dios". Aunque la samaritana ya había formulado una pregunta (¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» ) Esta repuesta no inquieta a la samarita, pues ya Jesús había puesto en su corazón el germen de la fe.

«Todo el que beba de esta agua, no volverá a tener sed » Jn 4.13
La mujer de ahí en adelante ansia el agua, no como lo simbólico, sino como lo literal y factico de la palabra de que esta agua no le volverá a dar sed. de ahí que Jesús se revele a partir de la realidad misma de la samaritana (el marido) Así Jesús miles de veces penetra lo mas profundo de nuestras realidades para que nos demos cuenta que él es el Cristo, como se lo dice a la samaritana.

De tal manera Jesús es ese pozo donde se puede calmar la sed no del cuerpo pero si del espíritu. Jesús da esa agua que salta a la vida eterna y de ahí que como la mujer samaritana cuando bebemos del agua que nos da Jesús, permite que adoremos en "Espíritu y en verdad" Jn 4.23, es decir, desde el corazón.

Y así mismo después de ese encuentro con Jesús volvemos, podemos dejar nuestro cántaro (Jn 4.28), nuestras realidades, angustias, frustraciones, proyectos, sueños ilusiones y metas.

Este evangelio da para miles de reflexiones pero está es la mía hoy.