sábado, 2 de abril de 2011

Jesús sana un ciego

El relato que planeta el evangelio este domingo, permite reflexionar en 3 puntos básicos: Jesús que sana y libera, Jesús como luz mundo, el agua como renovación bautismal reconociendo a Jesús como el Cristo.

Hay una expresión en el evangelio que es importante rescatar y que en mi experiencia personal de fe, me ha permitido sentir ese amor de Dios y ese mismo poder de Jesús que sana no solo físicamente, sino desde el corazón, es decir, tiene una acción liberadora que reconforta el alma “Y le preguntaron sus discípulos: Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?.Respondió Jesús: Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios”. (Jn 9,2-3) Para una sociedad que tenía como pecado él la enfermedad y más aun una ceguera de nacimiento, hace cobrar un significado especial este frase de Jesús. Él está por encima de bien y del mal, no está pensando si este es un pecado o no, te ama y te reconforta sin importar tu condición. Es Jesús quien busca al ciego, y quien deja ver la gloria de Dios.

Cuantas veces en la vida hemos escuchado expresiones descarnadas acerca de lo que somos, lo que sentimos o de cómo nos sentimos. “Ellos le respondieron: Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros? Y le echaron fuera”. (Jn 9,34). Pues bien el evangelio mismo nos cuenta que “Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él” (Jn 9,35) Así que ante la presencia de Jesús no importa tu condición, tú vales en virtud de ser hijo de Dios, de ser humano.

De este modo Jesús viene a iluminar nuestro camino a dar luz a nuestras almas “Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo”. (Jn 9,5) Aun cuando a veces parece que ya cae la tarde y llega la noche ahí esta Él, que es la luz de la vida (Jn 8,12).

Pero Jesús, no solo da la luz al ciego, sino que al mismo tiempo le da una orden; enviándolo a las piscina, es decir, utiliza el agua como complemento a luz recibida, es decir, volver a Bautismo, es profesar nuestra fe en Jesús y reconocerlo como Mesías “Creo, Señor. Y se postró ante él.” (Jn 9,38). Este reconocimiento como el Señor y salvador se postró ante él.

Hoy Jesús quiere no solo reconocernos en medio de su camino y aceptarnos tal como somos y con lo que tenemos, sin discriminación, quiere darnos su luz, bañarnos en las fuentes del bautismo, que le reconozcamos como Señor y que nos postremos delante de Èl y como el ciego demos testimonio con valor.

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